ELABORACION Y DESARROLLO DE UN MUSEO VIRTUAL EN INTERNET CON INFORMACIÓN DE LA CULTURA Y COSTUMBRE ORAL DE LOS ARHUACO MEDIANTE REGISTROS FOTOGRÁFICOS E INFORMACION RESPECTIVA CADA UNA DE LAS ILUSTRACIONES Y VIDEOS PARA LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS DEL MUNICIPIO DE PUEBLO BELLO – CESAR

COMUNIDAD ARHUACO DEL MUNICIPIO DE PUEBLO BELLO - CESAR

 

 

Los arhuacos —llamados también ika o iku— son un pueblo amerindio de habla chibchana que habita la vertiente meridional de la sierra Nevada de Santa Marta (Colombia). En 2005 eran 22.134 personas,1​ que hablan su propia lengua.



 

El término lenguas arhuácicas se aplica a un subgrupo de las lenguas chibchenses formado por el arhuaco, el cogui y el damana, hablados en la actualidad, así como a otras lenguas extintas del norte de Colombia. Este término no debe confundirse con el término arahuaco que se aplica a otros pueblos de la región que no tienen nada que ver con las lenguas chibchas arhuácicas. Para la comunidad Arhuaca la producción de tabaco y de la famosa hoja de coca son parte de su tradición, sin embargo, han caído en cuestionamientos ya que para muchos está mal visto que los pueblos indígenas cultivan la hoja de coca, lo que la gente no sabe es el poder ancestral que significa la hoja de coca para los indígenas arhuacos, quienes la han cultivado desde su nacimiento que se data hace más de 500 años. Sin embargo, la comunidad no ha dejado de cultivarla, y justifica su cultivo como planta medicinal, recurso al que tuvo que apelar la comunidad para seguir plantando la hoja de coca. Para ellos la tierra es sagrada.

 

[[ ]] D. Nacimiento de la Luna y el Sol» Este es uno de los muchos mitos de la cultura arhuaca, un pueblo indígena localizado en la Sierra Nevada de Santa Marta. La historia indica que en medio de la oscuridad, nacieron dos niños de una hermosa indígena arhuaca, desprendiendo luz por todo su cuerpo. La mujer, con temor de que se los quisieran robar, decidió esconderlos en una cueva. Pero su gran resplandor se filtró por entre las hendijas de la puerta y logró ser visto por todos. Curiosos, los nativos se dirigieron a la cueva con el fin de conocer lo que había en su interior. Con tambores, caracoles y flautas, llegaron hasta allí y comenzaron a tocar hermosas piezas musicales que fueron escuchadas por los pequeños. El varón, que se llamaba Yuí, quiso salir para poder escuchar mejor la hermosa melodía que venía de afuera. Al verlo, los indígenas intentaron atraparlo. Asustado, Yuí comenzó a volar y llegó hasta lo alto del cielo, convirtiéndose en el sol. Se dice que quienes lo siguieron con la mirada, quedaron paralizados y se convirtieron en piedra. A pesar de lo sucedido, quienes aún permanecían en la entrada de la cueva, notaron que la luminosidad en su interior continuaba. Entonces, decidieron volver a tocar sus instrumentos de una manera aún más hermosa, logrando así que Tima, la hembra, saliera a escuchar su música. Una vez afuera, los indígenas le arrojaron cenizas a su rostro, la cual cegó sus ojos. Intentaron capturarla pero no lo lograron, pues ella también emprendió el vuelo hacia el cielo, situándose muy cerca de Yuí. Como su cara había quedado cubierta de ceniza, Tima no volvió a tener el mismo resplandor que su hermano; fue así como se convirtió en la luna y sale cada noche para vigilar los verdes prados de quienes una vez quisieron poseerla.




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